domingo, marzo 27, 2011

Gualicho de olvidar



El título es por una canción que tengo en la cabeza hace un rato. Antes estaba "mira cómo mueve, la colita pero mira cómo mueve, uh-ah", en su versión original o en la tribunera del Rojo y Nacional. Qué difícil es saber quién es del palo y quién no. O cuál es el palo. Vos pensabas que las cosas eran de una manera y de repente, zás, son de otra. De un año a otro. De un segundo a otro. Es raro. Dicen que de eso se trata pero la verdad es que a uno le gusta eso de que las cosas se mantengan más o menos parecidas de un tiempo a esta parte. Pero no, todo lo contrario. Lo único constante es el cambio y la reconcha de tu madre. Entre la certeza de saber eso y lo que te rompe las pelotas que sea así, porque está bueno sí, ojo, pero también es una mugre. Sos 300.000 cosas a la vez. Sos todo. Y no sos nada. El pibe que se toma el 76, el que charla con una desconocida, el que estuvo en un asado recordando anécdotas, el que se fumó a un salame, el que te dice una cosa pero capaz que en realidad piensa otra. Complicado. Nuevamente: apreciar lo escaso. Y en este caso, verso sin esfuerzo, lo escaso es lo constante. ¿Aburrido? Puede ser, a veces. Pero el cambio banaliza. Porque si es una cosa y al ratito es la otra, aquella cosa no era tan importante, y esta otra tampoco es tan significante. Y el "todo pasa". Y el "dale que va". ¿Total? Por eso el ritual de estar todos los fines de semana ahí. Tal vez sea lo único que nunca cambie. Por eso las canciones.