miércoles, junio 25, 2008

Oda Armenia

Tal vez acicateado por el comentario del Armenio Cerrense al post anterior, R.R. vuelve al ruedo y se despacha con esta fantástica pieza. A disfrutar.

Capítulo I - El Profesor

Este sujeto ingresó a la Casa Mayor de Estudios, siendo anunciado con bombos y fanfarrias, platillos y demás instrumentos musicales. En su primer año de estudio terciario se perfiló como uno de los más prometedores intelectuales de su generación, compitiendo mano a mano, tête à tête con líderes natos como "El Delegado", o "Elbio Guaske". La utilización de un sinfin de vocablos rimbombantes (tomados de libros olvidados en los rincones más recónditos de la Biblioteca Nacional), una dicción intachable, y una facilidad y ductilidad para la gesticulación al hablar pocas veces vistas, lo erigió como uno de los referentes en materia de la utilización de la palabra, tanto en su forma escrita como oral, no teniendo que envidiarle nada a renombrados oradores como JFK o escritores de la talla de Virgilio. Una fastuosidad al disertar, sólo comparable a grandes líderes del mundo contemporáneo como Martin Luther King o Gandhi.
Un capricho del destino hizo que este tocado por la varita tomara otro camino al de sus fieles seguidores (quien suscribe incluido), y abandonara el estudio del Derecho con el fin de dedicarse exclusivamente a la enseñana en un centro educativo de dudosa reputación (especialmente la cantina, en cuya puerta colgaba un cartel: "Compramos gatos y/o similares, preferentemente de carne blanda"), en cuya fachada lucía intimidante un cartel escrito con sange bovina: "NO SE ADMITEN TURCOS".

Durante ese período en el cual nuestros intereses académicos tomaron diferentes rumbos, fueron pocas las veces que nuestros caminos se cruzaron, destacándose el fin de semana en Playa Verde, donde supo dejar su huella como un jugador de tejo como los de antaño, un estudioso de la disciplina, un perfeccionista del arte de arrojar el disco de madera con clase y elegancia.

Nuevamente el destino, caprichoso titiritero de nuestra terrenal existencia, quiso que el susodicho regresara al centro académico de 18 de julio y Ed. Acevedo, de donde nunca debería haberse marchado. Sabemos que su presencia marcará a fuego y para siempre a otra generación, dejando en ellos la huella que supo dejar en la generación 2004, la cual luego de compartir 2 años con él, nunca más volvió a ser la misma.