miércoles, junio 30, 2010

El Mundial Justo


Sudáfrica 2010 será difícil de olvidar. A no confundir: "cumplidos sólo si somos campeones del Mundo", dijo (de pie) Obdulio Jacinto Varela (tomen asiento) en el vestuario de Maracaná el 16 de julio de 1950, instantes previos al épico triunfo sobre Brasil en la final. Tenía razón entonces y la tiene ahora. La vigencia de su frase trasciende los tiempos, pues es indiscutible que la gloria únicamente se alcanza con la victoria. Lo que no quita que Sudáfrica 2010 será difícil de olvidar, claro. Por otros motivos.

Como uruguayo y como contemporáneo, se trató del Mundial de la reivindicación. El Uruguay que nos contaron fue el Uruguay que vimos. Cuando a punto estaban de convencernos, los de Fox y compañía, que en este fútbol-negocio no había lugar para la celeste y sus hazañas de fábula, volvimos por nuestros fueros. Del blanco y negro a la resolución en high definition, esta Selección hizo justicia futbolera.

El tibio empate del debut ante la Francia vicecampeona de 2006 inició el camino en el Grupo de la Muerte.

Le siguió el 3-0 al anfitrión Sudáfrica, para confirmar nuestra condición de aguafiestas. Había que verlo para creerlo: ¡Uruguay ganando en un Mundial! Juro que en un punto estaba satisfecho. Nunca dejé de pensar que los últimos 40 años eran un accidente en nuestra historia mundialista. Siempre tuve argumentos. Nunca dejé de creer que algún día Uruguay iba a ser lo que fue. Siempre tuve fe. Pero el primer triunfo mundialista post cabezazo de Fonseca contra Corea en Italia 90, mi primer triunfo mundialista consciente, sepan entender, fue demasiado.

Después vino México, con la manija insoportable de sus 79.014 periodistas con móviles en vivo vendiendo humo, y la "porra" del "tri", la que "apoya" alla béisbol con canciones como "Uruguay va a probar el chile nacional" y "a la bio, a la bao, a la bim-bom-bá, México, México, ra ra ra", comprándolo, y ninguneando a Uruguay. 1-0. En términos históricos, las cosas en su lugar. En términos presentes, pasaje a Octavos como primeros de grupo y la posibilidad cierta de llegar a Semifinales por un cuadro "accesible". Increíble. La experiencia indicaba que lo que estaba pasando no podía estar pasando, y que algo iba a pasar.

Llegó Corea y la tranquilidad del tempranero 1-0 fue sucedida por un repliegue en el campo que nos costó el empate. "Si no sufrimos, no somos Uruguay" era el pensamiento del país. Barro en la cancha, cansancio en los futbolistas y desde el cielo lluvia y un golazo de Luisito Suárez para el contra del Toto y las lágrimas de una emoción incontenible. Uruguay entre los 8 mejores del mundo. Era cierto.

El partido de Cuartos contra Ghana está en la memoria de todos: es la historia del fútbol uruguayo en 120 minutos y penales. La lesión de Lugano, el golpe de Fucile, el empate de Forlán, la mano de Suárez, el palo del penal de Gyan, las atajadas de Muslera, la definición del Loco... ¡la picó el hijo de puta, la picó! De película. Difícil que se iguale la alegría de la gente en las calles ese día. Y digo alegría y no festejo, porque el pueblo oriental sólo festeja campeonatos. Lo de aquella noche fue agradecimiento por devolver al país al lugar que le corresponde. Nada más ni nada menos.

"Algo nos está empujando", decía el Maestro Tabárez. Llegó la Semifinal contra Holanda, entre la certeza de haber logrado el regreso a los primeros planos y la obligación que impone la camiseta de alcanzar el último partido. Fue derrota, acaso con el consuelo de que no nos guardamos nada. Una pena. Ni el tiro del final nos salió, porque el tercer puesto se lo llevó Alemania, en otro 2-3 que vendimos carísimo. El encuentro decisivo lo vimos de afuera: a los herederos de la Naranja Mecánica los esperaba España. Imaginaba a Cryuff festejando y pensaba en el Mundial Justo. Veía el buen fútbol de una furia que ahora es paciente y pensaba en el Mundial Justo. Al final, ganó España, con gol de ese muy buen tipo que es Andrés Iniesta, que como dice el Flaco Menotti, tiene pinta de oficinista pero es el mejor jugador del mundo.

La fecha de este post es 30 de junio. Lo estoy escribiendo el 11 de julio. Me subí al Delorean y viajé dos semanas en el tiempo. Uruguay viajó 40 años, 60 u 80 tal vez, para hacer justicia futbolera. Ojalá siga en el próximo mundial, el de 2014, que se juega en Brasil y la final es en Maracaná.