martes, agosto 31, 2010

E=mc2



A Carlos Denis Molina.

Mira cómo los niños,
en un aire y tiempo de otro tiempo,
ríen.
Cómo en su inocencia,
la Tierra es inocente
y es inocente el hombre.
Míralos cómo al descubrir la muerte
mueren, y ya definitivamente
ya sus ojos y dientes
comienzan a crecer junto a las horas.

Deja que ellos guarden sin saberlo,
el secreto último de su inocencia
nuestro último sueño, ya olvidado.

Cuando todo termine,
deja que un niño lleve
nuestra única y última
moneda


(La moneda, de Líber Falco)

Lo único constante es el cambio. Tal vez sea el exceso de pensamiento el que provoque estas desviaciones. Quizás no. Todo lo contrario. Quizás ni sean desviaciones. Ni pensamiento. Ni exceso. Aquello de que navegar es necesario, vivir no. El tema es que la mar es gruesa. En pelotudez, capaz. Pero gruesa. Claro que Discépolo tenía razón. Habría que averiguar si está contento con eso o no. Y con cómo llegó. Y qué pasa después: lógica maniqueista o grisáceo conformismo, lucha (contra los molinos de viento) o negociación (de lo innegociable).