Gualicho de olvidar
El título es por una canción que tengo en la cabeza hace un rato. Antes estaba "mira cómo mueve, la colita pero mira cómo mueve, uh-ah", en su versión original o en la tribunera del Rojo y Nacional. Qué difícil es saber quién es del palo y quién no. O cuál es el palo. Vos pensabas que las cosas eran de una manera y de repente, zás, son de otra. De un año a otro. De un segundo a otro. Es raro. Dicen que de eso se trata pero la verdad es que a uno le gusta eso de que las cosas se mantengan más o menos parecidas de un tiempo a esta parte. Pero no, todo lo contrario. Lo único constante es el cambio y la reconcha de tu madre. Entre la certeza de saber eso y lo que te rompe las pelotas que sea así, porque está bueno sí, ojo, pero también es una mugre. Sos 300.000 cosas a la vez. Sos todo. Y no sos nada. El pibe que se toma el 76, el que charla con una desconocida, el que estuvo en un asado recordando anécdotas, el que se fumó a un salame, el que te dice una cosa pero capaz que en realidad piensa otra. Complicado. Nuevamente: apreciar lo escaso. Y en este caso, verso sin esfuerzo, lo escaso es lo constante. ¿Aburrido? Puede ser, a veces. Pero el cambio banaliza. Porque si es una cosa y al ratito es la otra, aquella cosa no era tan importante, y esta otra tampoco es tan significante. Y el "todo pasa". Y el "dale que va". ¿Total? Por eso el ritual de estar todos los fines de semana ahí. Tal vez sea lo único que nunca cambie. Por eso las canciones.