Viveza alarmante

Estar de vivo es el modus operandi de mi gran amigo Andrés Gomeza. Esto es sabido por algunos, pero ignorado por muchos otros. Qué es estar de vivo, cómo llegó Andrés a ese estado y qué consecuencias puede tener su viveza son algunas de las interrogantes que pretende responder este post.

Hace unos años, cuando compartíamos horas y horas en los salones y patios del entrañable Colegio y Liceo Pedro Poveda, jamás imaginé que el popular Gome iba a adoptar esta postura frente a la vida, esta filosofía existencial que tiene cada vez más seguidores y que sin lugar a dudas se está imponiendo como la única manera de actuar exitosamente en sociedad.

Es que Andrés era un tipo más bien tranquilo, pacato, dueño de una disciplina y ortodoxia muy lejanas de la viveza alarmante que lo hace triunfar hoy. Tal vez hubo algunos instantes de viveza esporádicos, pero ni el más optimista podía pensar que de aquellos inadvertidos momentos el primogénito de Oscar y Liliana iba a edificar, pocos años después, toda una teoría de cómo desempeñarse en la vida, por la que obtiene reconocimiento público a diario y que lo ha consagrado como un verdadero Dios para sus fieles, entre los que me incluyo orgulloso.

La premisa básica de su pensamiento es la siguiente: "Estar de vivo es la única manera de triunfar". En otras palabras: si no estás de vivo no ganás, no lográs lo que querés, sos pisoteado por esta sociedad que ya no premia la caballerosidad y los valores de antaño, sino la viveza pura y dura, escandalosa, hacer lo que querés, cuándo querés y dónde querés, sin que te importe absoultamente nada ni nadie. Estar de vivo, por lo tanto, no es una opción; es un imperativo, una necesidad. He ahí la particularidad de Andrés: él no está de vivo y al rato deja de estarlo, simplemente no concibe otra manera de vivir que no sea estando de vivo. Es este aspecto el que lo coloca como Dios de la viveza, puesto que sus apóstoles todavía no hemos dado ese paso: nosotros somos conscientes de cuándo estamos de vivos y cuándo no, Gomeza no puede parar de estar de vivo ni un segundo.

Un análisis desprejuiciado y sincero de los conceptos gomezianos solo puede concluir en su innegable veracidad. La utilidad práctica de su teoría salta a la vista. En efecto, es la cotidianeidad la que asiste razón a lo planteado por mi amigo: todo lo que pasa me hace pensar: "puta madre, cuánta razón tiene Gomeza".

Poco importan los motivos que llevaron a Andrés a sus conclusiones. Tal vez fueron los fracasos sufridos en todos sus años de comportamiento diligente. Tal vez una mañana se levantó decidido a estar de vivo sin razón alguna y lo logró. Tal vez ni siquiera se dio cuenta de que está de vivo.

Todas estas conjeturas pierden relevancia ante lo que realmente debe valorarse: Gomeza está de vivo, muy de vivo, y así consigue todo lo que se propone. Sus alumnos solo podemos imitarlo y difundir sus ideas, para que la gente tome conciencia de que solo estando de viva puede alcanzar la felicidad.