domingo, julio 24, 2005

Que el letrista no se olvide...

Sigamos deleitando nuestros ojos con la lectura de los textos surgidos de la inconfudible pluma galana de Diego Marcelo.
Cuando alguna pluma más noble que la escribe esta página narre la historia que hoy es nuestro presente gustará detenerse en vaivenes políticos, datos económicos, catástrofes y guerras.
Seguramente esas manos se olviden de todas aquellas pequeñas cosas que formaron a nuestra generación, la generación de la televisión. Aceptar este olvido es un sacrilegio. Sería un crimen si no se recordaran esos programas que dieron forma a nuestra infancia, particularmente para aquellos que nos criamos con y por esa mágica caja.
Al respecto hay que decir que aquellos que la llaman "caja boba" son pseudointelectuales que le temen a la ciencia y al progreso, son los mismos que hace 500 años criticaron a Guttemberg por inventar la imprenta, diciendo que corría peligro de extinción el arte de la caligrafía. Payasos.
De los programas y personajes que vamos a referir, quizás siquiera uno sea una obra maestra ni haya grandes genios, ni nada por el estilo, pero sin duda nos llenan de gratos recuerdos que pueblan nuestra memoria.
JOHNNY TOLENGO
Elegimos a dicho personaje para comenzar la reseña histórica por considerarlo quizás no el más grande pero sí el más olvidado. Realmente desconocemos el porqué de la injusta oscuridad en la que ha caído. Segumente los motivos sean: la ingratitud y deslealtad de jóvenes admiradores; la constante renovación de las estrellas televisivas o el simple paso del tiempo y cambio de modas. No nos consta si alguna ingrata persona inició una campaña en su contra, por ejemplo, acusándolo de pedofílico, borracho o sucio. Ninguno de estos hipotéticos cargos podría haber sido probado, no llegando nunca a manchar su intachable conducta.
Entrando en el tema, tenemos que decir que Johnny Tolengo fue un personaje que interpretó Juan Carlos Calabró por algunos años, hacia finales de la década del ochenta. Llegó a ser un cantante admirado por las generaciones jóvenes. Podríamos decir que era una especie de Floricienta o Caramelito de la época, obviamente la comparación es odiosa ya que Johnny Tolengo era un tipo con estilo. Se vestía con trajes superbrillantes y alentejuelados, zapatos de charol que eran claves para sus bailes y saltos, lentes de sol superdesarrollados y una eterna sonrisa cómplice/ganadora. Por supuesto que era un tipo ganador, con categoría, uno de esos tipos que cuando uno fue, él ya fue, vino y escribió un libro acerca del viaje. Hacía de típico langa porteño, hombre de la noche, ganador con las mujeres, metedor con los alcoholes, compañero entrañable en aventuras nocturnas, pobre madrugador pero de buen corazón. En definitiva, como el mismo se catalogaba, "un amigo de los pibes".
Algunas de sus canciones son verdaderos himnos: "Que alegría", "Soy amigo de los pibes", "Presentación", etc. Llegó a filmar el film "Johnny Tolengo, el majestuoso" en 1987, que es una buena síntesis de su efímera pero recordada carrera. Dicho film, obra maestra del género porteño (bajo la dirección de Sofovich), quiso ser encasillado dentro de la categoría "comedia infantil", corsé que conspiró contra una amplia difusión (porque calidad y buenas actuaciones tenía de sobra).
Recomendamos buscar en los anaqueles de los alicaidos Videoclubs montevideanos para encontrar alguna copia. Dicha tarea puede ser incluida entre la lista "Misiones Imposibles" o en otra que se llame "Mejores formas de perder el tiempo".
No tengo nada más que decir, solamente habría que "hacer la vertical" para homenajear a nuestro maestro y, por qué no, amigo JOHNNY TOLENGO.