Mi primo Federico: El Artigas posmoderno

En Uruguay, aunque cueste creerlo, hubo muchas revoluciones.

La primera, conocida en los libros de historia como Revolución Oriental, la empezó José Gervasio Artigas en 1811. Después vinieron más levantamientos importantes. En un rápido recorrido por mi memoria aparecen hechos como la Revolución de las lanzas de Timoteo Aparicio, allá por 1870, las de Aparicio Saravia de 1897 y 1904, la de los Tupamaros antes de la última dictadura (qué clases, Lizaso!).

Todos estos movimientos tuvieron, en el acierto o en el error, una razón de ser que los legitimó: Artigas buscaba la autonomía oriental, Aparicio y Saravia la coparticipación y los Tupamaros la liberación nacional.

Siguiendo con la tradición rebelde de estas tierras y sus habitantes, en los últimos días mi primo Federico lidera un movimiento que dice luchar contra la tiranía de las malvadas, usureras y oligarcas corporaciones multinacionales de las comunicaciones, para liberar de una vez y para siempre a los consumidores, los oprimidos del siglo XXI. Me estoy refiriendo a la Revolución Celular.

Los insurrectos están dispuestos a cualquier cosa con tal de que bajen las tarifas de sus teléfonos móviles, el precio de los mensajes de texto y el de los aparatos. La primera medida de fuerza adoptada por la organización, ampliamente difundida por varios medios, se está llevando a cabo mientras publico este post: todos los usuarios de celulares del país deben apagar sus teléfonos los días 1 y 2 de Agosto, para provocar pérdidas millonarias a Movistar, CTI y Ancel y de esa forma obligar a las empresas a acceder a las demandas subversivas. Brillante. Ni el mismísimo Che Guevara hubiera pensado algo así.

Para cumplir exitosamente su misión, mi primo y sus seguidores precisan el masivo apoyo de los usuarios de telefonía móvil. En otras palabras, para que la Revolución Celular triunfe, le están pidiendo a Juan, el del reparto, que deje en banda a los proveedores y no les avise cuándo entrega la mercadería. Al Chapa, tomaconsumo, que no avise a sus supervisores una vez que termina la ruta. Al Novato, estudiante de la UTU nocturna que sale a las 12 y no le pasa un solo bondi, que no llame a su casa para que lo vayan a buscar. A Mirtha, la madre preocupada porque son las 11 y el nene no aparece, que no lo llame para ver dónde está. A Cacho, taxista, que no llame al Automóvil Club si se le funde el motor del auto en plena Gruta de Lourdes. A Mariela, la profesora que falta al liceo porque se descompuso a último momento, que no avise a sus alumnos y los haga ir al pedo. A Marcelo, que tiene Movistar solo para hablar con sus hermano mayor que está laburando en España, que lo extrañe una semana más y no lo llame.

Para qué le piden este sacrificio a la gente? Para laburarse más pendejas prepúberes de Área por sms, porque con lo que les sale un mensaje de texto hoy capaz que el mes que viene pueden mandar dos, verdadero propósito de esta Revolución. Con razón se enfermó Fidel Castro...